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5 de noviembre de 2012

'Last resort', mejor cuando cunde la paranoia

‘Last resort‘ es, probablemente, una de las series más ambiciosas que pueden verse ahora mismo en las networks estadounidenses, y esa ambición la convierte en una serie en la que resulta difícil encontrar el equilibrio entre las tres subtramas que manejan; la del submarino, las de los habitantes de la isla y la de la conspiración en Washington. Porque recordemos que la creación de Shawn Ryan y Karl Gadjusek se centra en la tripulación del submarino nuclear USS Colorado, que cuestiona una orden de lanzar un misil contra Pakistán y, como resultado, se ven atacados por la marina de Estados Unidos y declarados como traidores. Como resultado, el capitán Marcus Chaplin busca refugio en una isla del océano Índico y lanza un órdago a sus superiores, al mismo tiempo que otro submarino sí quiere bombardea Pakistán.

Así tenemos ya montado un ejercicio de política ficción con un aroma a los películas de este estilo, ambientadas en la Guerra Fría, que se hacían en los 80, en las que los protagonistas siempre tenían que pelear contra un gobierno totalitario, o en riesgo de ir por ese camino. Precisamente, el momento en el que ‘Last resort’ ha funcionado mejor ha sido en el quinto capítulo, en el que se desata casi por completo la paranoia de todos los implicados, la sensación de que en Washington se está fraguando un golpe de estado, de que hay individuos en la sombra orquestando una Tercera Guerra Mundial para sacar beneficio propio, de que el mundo se está yendo por el desagüe y de que Chaplin y sus marinos del USS Colorado son una piedra en el zapato cuya existencia no se puede consentir.

El thriller político

El lado de thriller político es lo que mejor funciona, por ahora, de la serie, y no tanto por lo que vemos en Washington como por sus efectos en la tripulación del submarino. El segundo de a bordo, Sam Kendall, no está muy seguro de que Chaplin esté llevando la situación del mejor modo y de que no esté realmente mal de la cabeza, y la tripulación se debate entre la lealtad a su superior, la incredulidad por la decisión que tomó y las ganas de regresar a casa y lavarse las manos de lo que Chaplin quiera hacer. La tensión presente entre ellos se traslada también a la teniente Shephard, cuya autoridad se cuestiona por ser la hija de un almirante bien conectado con las altas esferas, más que por ser mujer, y que es un personaje que aún no termina de adquirir peso, aunque está en ello.

Ese quinto episodio, ‘Skeleton Crew‘, afianza un poco más a la teniente Shephard, al ponerla al mando del submarino con una tripulación mínima, y presenta mucho mejor la situación en la que se encuentran los personajes. Kylie, la contratista de defensa de Washington, y la mujer de Kendall van a ser seguramente mucho más interesantes trabajando juntas, y siendo muy conscientes de que todos los tipos que se les acercan intentan manipularlas, y esa negociación que sale terriblemente mal entre el secretario de Defensa y Chaplin da una buena excusa a la serie para que el submarino no abandone la isla más pronto que tarde. Ryan y Gadjusek nos hacen llegar ahí el peligro real que se cierne sobre todo el mundo, y logran transmitir una tensión que casi no habían vuelto a conseguir desde el piloto.

Tramas dispersas

Como decíamos, el principal problema de la serie es su dispersión de tramas. Mientras la de Washington y la de la tripulación del USS Colorado han ido convergiendo, la del resto de habitantes de la isla no está tan bien dibujada. Serrat, el mafiosillo local con delirios de grandeza, no se ve como la amenaza que hay que soportar que quieren mostrarnos, y no se termina de explicar bien por qué Chaplin no puede directamente quitárselo de en medio. Tampoco Tani, la camarera, acaba de tener un rol definido, más que funcionar por ahora como accesorio del SEAL que el submarino rescata del mar junto a sus compañeros, y sólo la operadora francesa del radar de la OTAN está un poco mejor integrada en la historia, aunque también más en relación a Kendall, con potencial relación romántica (y adúltera) incluida.

‘Last resort’ está intentando una trama serializada con un fuerte componente político y militar que ahora mismo no es habitual ver en las networks estadounidenses, y quizás por eso sus audiencias en la ABC no son demasiado buenas (aunque no está teniendo mala acogida entre parte de la audiencia masculina, que es lo que la cadena buscaba). Mientras el lado de thriller resulta bastante interesante cuando los personajes están más paranoicos y más presionados, la isla aún no ha adquirido una entidad propia que la haga interesante por sí misma, pero la serie puede evolucionar hacia una mayor integración de todas sus historias y un mejor retrato de algunos de sus personajes. De momento, está moviéndose por el buen camino.

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