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16 de mayo de 2011

'True Blood', promo para una cuarta temporada que llegará en junio



Se acerca el verano. No, no me he equivocado con la frase, así que permitidme que tome prestado un poco el lema de la Casa Stark para deciros que se acerca el verano y eso, en las últimas temporadas, significa el regreso de una de las series más disfrutables (o así) del momento: estoy hablando de la cuarta temporada de ‘True Blood‘, que se estrenará en HBO el 26 de junio. ¿Qué nos deparará esta cuarta temporada? pues como se inspirará en el cuarto libro de la saga de Charlaine Harris (titulado ‘Dead to the World’) en esta temporada nos encontraremos con brujas. Sí amigos, brujas, ya lo que nos faltaba para el duro. Si ya de por sí las escenas más “mágicas” de la serie causaban algo de pena, imaginaos toda una temporada con brujas rondando.

Desde sus estreno en 2008 tengo (y me imagino que muchos de vosotros también) una relación de amor y odio con ‘True Blood‘. Por un lado nos encontramos con una serie que ha “devuelto” el género vampírico a la televisión, aprovechando el nuevo auge de los no muertos en la ficción. Por otro lado, es una serie de Alan Ball, quien nos trajera una de las mejores series de los últimos años, ‘A dos metros bajo tierra’. Hasta ahí todo normal, pero nos encontramos con una minucia de nada: la serie es mala. Pero mala en el buen sentido, en el sentido de que la ves y, aunque eres consciente de que el argumento no da de sí, no puedes evitar pasártelo bien de lo grotesca que es y del toque de humor macabro (y no tan macabro) que tiene.

‘True Blood’ ha demostrado, temporada tras temporada, ser una serie que no se toma en serio a sí misma. Con la primera temporada nos cautivó, con la segunda nos enseñó su parte más esperpéntica, pero con la tercera temporada se desató por completo y se convirtió en una factoría de fan service vampírico: sangre, sexo y algo de gore, todo esto para rellenar un guión que intenta dignificar una saga literaria que no da demasiado de sí. Alan Ball sabe lo que tiene entre manos, sabe lo que quiere el público y con las dos cosas forja una de esas obras que repudias pero que, a la vez, te sientes incapaz de resistir.

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